Una vez más me sorprende la dupla de senadores Cepeda y Sanguino

Por: Mayor César Maldonado *
COLUMNISTA INVITADO

Su audacia es simplemente admirable. Ese tipo de personas me gustan, soltaron sin vacilar sueños históricamente atragantados en la ensanchada garganta de la izquierda.

Mi padre, usaba mucho el viejo adagio popular “el mico sabe en qué palo trepa”. Lo repetía una y otra vez para respaldar los castigos que nos imponía por nuestras picardías de la niñez. Era un parangón entre la benevolencia de nuestra madre y la severidad de don Omar.

No está claro si el mico es el sociólogo, el filósofo, o ambos, pero la verdad es que dejaron sorprendido a todo un país con semejante osadía. Claro, ellos consideran que el palo está fácil de trepar, y decidieron pedir como obispo con la ilusión de que por lo menos les atiendan como sacristán. No alarma tal apetito, máxime viniendo de dos víctimas declaradas de las “chuzadas ilegales”. Les dieron papaya porque nunca se aclaró a los colombianos si se trataba de un grupo de militares sedientos de escuchar chismes mamertos, o si por el contrario sus nombres y teléfonos sobresalieron en interceptaciones que se hacían a grupos terroristas, o personajes non sanctos. Para rematar, ante la presión mediática, los generales y el ministro de defensa respondieron como escopeta vieja: disparando para todos lados sin dirección cierta. Sin duda, esa incoherencia institucional, soporta la fortaleza de los senadores al intentar trepar el palo. La causa parece muy prosaica pero no lo es en absoluto.

Es cierto, la inteligencia militar requiere hacer unos cambios disruptivos, que propicien una renovación radical que sea más garantista de los derechos ciudadanos, mejor inspirados en principios de justicia y respeto a las leyes que regulan el funcionamiento de una sociedad. Pero de ahí, a abrirse como un abanico expuesto al escarnio popular, es otra cosa muy distinta. La inteligencia en una democracia, tiene un valor sagrado de impenetrabilidad. Por el contrario, ese nivel de secretismo ha de elevarse aún más para resguardarla de manoseos indignos.

Las instituciones al igual que los seres humanos, son responsables del nivel de intromisión permitido a terceros en sus actividades. El Congreso de la República, las Altas Cortes, la Iglesia, etc., tienen claro ese nivel de permisividad otorgado a terciadores, sin que dicho espacio permita arrogarse competencia de árbitros.

Por falta de visión política, los militares hace rato vienen cediendo fronteras peligrosas, como en el caso que nos ocupa, dos senadores abiertamente declarados enemigos de la actividad castrense, intentan correr la estaca para ganar, a su favor, terrenos muy personales y delicados de la milicia.

Claro que sí, es una función de los congresistas proponer proyectos de ley que estimulen el mejoramiento de las instituciones del Estado, ni más faltaba que se pretenda coartar tal inspiración, pero dadas las circunstancias, intentar frenar los ascensos de altos oficiales sin argumentación seria ni posibilidad de defensa, sería un acto terrible violatorio de todo derecho. Fraguar cambios bruscos de las reglas que rigen los ascensos, dejan al descubierto un inusitado interés ideológico de los senadores.

Presidente, Congresistas de “derecha”, Generales, colombianos…la moneda ya está en el aire.

Hasta luego,

(*) Presidente Fundación Comité de Reconciliació