¿Llegó la hora que la reserva castrense juegue un rol más activo en la política?

Por: Mayor César Maldonado
COLUMNISTA INVITADO

Hace más de 2500 años, un hombre minúsculo, pero de grande sabiduría, dijo: El conocimiento sobre estrategia es de vital importancia, es el camino de la vida o de la muerte, el camino hacia la victoria o la derrota. Se llamaba Sun Tzu.

Por años, empresarios, comerciantes, políticos, etc., han logrado grandes éxitos poniendo en práctica los cinco factores fundamentales de la estrategia. Es indudable que los militares sean quienes mejor empleen estos conocimientos, pero muchos, o los desconocen, o no los aplican.

Entrar al juego de las gestas democráticas tiene sus miedos endémicos, no reflexionar seriamente sobre todo lo que le concierne es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a la intimidación de la ardiente política colombiana. Es casi una mafia impenetrable. Pero no es improbable romper ese hermetismo si se cuenta con muy buena estrategia, en la que tome relevancia un programa, que, por ejemplo, erradique las desigualdades que han definido a la sociedad colombiana durante décadas. Los militares por esencia son disciplinados e innovadores, lo que les ofrece una ventaja que deben saber aprovechar a la hora de construir el abanico de sus propuestas políticas.

Pero tienen una telaraña mucho más espesa que atravesar: su pasado. Haber permanecido bajo banderas – desde su adolescencia – en una institución jerarquizada piramidal que les resalta su espíritu de liderazgo, forma en el subconsciente a hombres fascinados por el poder. Desde suboficiales, hasta Generales, todos se deleitaron del sublime ejercicio del mando. Esa formación temprana, es difícil de invalidar aún en el retiro. Y los encausa a un error que históricamente no han podido superar: el caudillismo. Ese concepto errático que los hace creer que cada que ascendían en grado militar, automáticamente sucedía en lo intelectual, algunos al punto de considerarse el mesías o el elegido, con el poder de la razón absoluta.

Ya se escuchan líderes con pretensiones políticas, unos más fuertes que otros; pero también se oyen las descalificaciones despiadadas de parte y parte, algunas rayanas en la patraña y la injuria. Entre las más serias, el Coronel Villamarín, con magnos pergaminos de académico y escritor, preside la fundación ELIT que busca unificar fuerzas para elegir un líder representativo; el General Rincón ha dado pasos más agigantados en el camino político, aunque sin éxito; el Coronel Prieto encamina su esfuerzo a la búsqueda de un consenso de las reservas; y otro mucho más atrevido, decidió saltar en garrocha declarándose precandidato presidencial.

Está claro que muchos locos han cambiado la historia de la humanidad, pero mientras estos pretendientes declarados no superen la telaraña, solo será una locura más, motivada por las calenturas cíclicas de los comicios. Como siempre, ese “pasado” insuperable nuevamente se traga un sueño. Con ese obstáculo no habrá estrategia perfecta para la victoria, y seguirán sirviendo a los intereses de los politiqueros de turno.

Hasta luego,

(*) Presidente Fundación Comité de Reconciliación.